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lunes, 28 de enero de 2013

El vigésimo cuarto capítulo es:

EL INFRAHOMBRE HISPÁNICO. LOS MERCADOS
Los mercados. Palabra ominosa. Palabra amenazante. Los nuevos hunos. El coco de los niños convertido en los mercados para los adultos. Los mercados. Seres sin rostro, seres sin nombre. Nadie los conoce. Nadie informa de quienes son. Pero roban, asolan, destruyen, atacan por doquier. Nada les contenta. Son insaciables. Son crueles. No tienen principios, no tienen límites, no tienen forma. O no la tienen para el ciudadano.
Los mercados. Ladrones ocultos. Interés en que no se conozcan sus nombres y apellidos. Sociedad de la información desinformada. Ladrones de guante blanco. Ladrones respetables. Ciudadanos con dos caras. Altruistas y benefactores públicamente. Especuladores y saqueadores privadamente. Ladrones poderosos. Ellos controlan la información. Ellos ocultan sus operaciones mercantiles. Ellos manipulan a la sociedad. Ellos roban a la sociedad. Ellos son los buenos.
De nuevo los ricos como los buenos. La población sin derechos obligada a estar agradecida de que le den un empleo. Obligada a estar agradecida de que le paguen bien por su trabajo. Obligada a estar agradecida de que inviertan en su país. Vivir del favor ajeno y no del derecho propio. Volver a confiar en que los amos sean buenos. El dueño de Mercadona como empresario ejemplar. No tener defensa para el caso contrario. No tener defensa para los potenciales abusos. Los mercados son buenos. Los ajustes son necesarios.
La población. Inerme ante el despojo. Acostumbrada a pensar en grande, ahora tiene que pensar en pequeño. Y no sabe. Ha perdido la desconfianza hacia los de arriba. Creía que éstos iban a respetar el contrato social. Que la riqueza iba a ser repartida. Que la fuerza de trabajo también era valorada. Que la sociedad del bienestar era para siempre. Que las clases medias eran para siempre. La ingenuidad que se paga. Los mercados se la hacen pagar a la población.
La población hispana. Confiando en la solidaridad de sus ricos. Todos remamos en el mismo barco. Evasión de capitales. Paraísos fiscales. Chalaneo con la deuda pública. La única patria actual de los ricos es el dinero. La globalización ha creado una clase de millonarios sin alma. Millonarios sin compromiso social. Al menos antes, cuando había guerras, la aristocracia conservaba la función militar.  Los ricos tenían que jugarse la vida como los demás. Ahora para ellos son sólo ventajas. Dominan la política sin dar nada a cambio. Tienen el poder legal. Imponen la subida del IVA. No la imponen a los productos de lujo.
Solidaridad social. Solidaridad de los ricos entre sí. Para favorecer a los ricos extranjeros se despoja a las clases medias españolas. Pero no a los ricos españoles ¡Qué suerte tienen! ¿Participarán ellos también en el saqueo? No creo. No hay que ser mal pensado. Ellos son patriotas. El gobierno siempre habla de los esfuerzos de España. Y España somos todos. Ricos y pobres. Sólo pasa que unos tienen más suerte que otros.
Los ricos. Los mercados. Hay que tenerlos contentos con recortes. Hay que recuperar su confianza. Hay que alimentar su voracidad. Extraña política de apaciguamiento. Como con Hitler. El mismo éxito. El mismo fracaso. Las lecciones de la historia se olvidan a propósito. Interesado y extraño olvido. Connivencia entre políticos y banqueros. Mutuamente se tapan. La culpa de la crisis, ya se sabe, es de otros. Ayer de los controladores aéreos, ahora de los funcionarios, mañana de los inmigrantes. Para eso controlo la información. Para eso la manipulo. Para eso tengo la complicidad de los tertulianos. Para eso tengo la complicidad de los periodistas. Para esto tengo la complicidad de los políticos.
Los políticos protegiendo a los banqueros. Éstos no protegiendo a los políticos. Éstos caerán a los píes de los caballos. De los mismos caballos a los que intentan conducir a los funcionarios. Los políticos buscan el desprestigio de éstos. Los políticos se equivocan al jugar sucio. La gente también se revolverá contra ellos. Los malos serán ellos. Con el beneplácito de los millonarios. Éstos aún juegan más sucio. ¡Qué más les da a éstos unos culpables que otros!  Lo importante es alimentar la carnaza popular. Las víctimas son indistintas. Los políticos también pagarán su servilismo.
Los mercados azuzando a través de los políticos el miedo a la crisis. El terror al colapso económico favoreciendo los recortes. Un miedo cerval paraliza las conciencias ciudadanas. La población traga con todo. No piensa. Ha perdido el hábito de desconfiar. Cree en la información. Cree en las mentiras. No racionaliza. Piensa que los recortes son justos. No piensa que favorecen a unos pocos. No piensa que perjudican al bien común. Piensa que todos creen en éste. No piensa que los millonarios sólo creen en su dinero. En el modo de incrementarlo. La población no sabe aquello de que el fin justifica los medios. Los mercados sí lo saben.
Los mercados. Los economistas. Nuevos gurús de la realidad social. Nuevos falsos adivinos. Predicciones de recuperación económica que nunca se cumplen. Modelos económicos que conducen a la miseria. Reformas y reformas económicas que no garantizan nada más que el empobrecimiento de la población. Planes de recuperación a nivel nacional a base de aumentar la indigencia a nivel personal. Extraños mecanismos de crecimiento en una sociedad de consumo. El bien común al servicio de unos pocos. Retroceso social sin contrapartidas. Retroceso social sin final.
La democracia como falso poder popular. El pueblo al servicio del enriquecimiento de una minoría. El ciudadano sin futuro votando su propia caída. Volviendo a dejar su destino en manos ajenas. Apoyando su futura marginalidad. Apostando por una sociedad de consumo en que él sea el parado. Apostando a vivir sin dinero en un mundo consumista. Apoyando su propia desgracia. Por confiar en el sistema. Por confiar en el sistema que promete hacerse ricos a los que no van a pasar de pobres.
Yo no quiero vivir en una economía en que el país crezca y yo pierda. Yo no quiero ser un desclasado en mi propia sociedad. Yo no quiero que mi vida la controlen los mercados. Yo quiero trabajar. Y no quiero rebajar mis condiciones de trabajo. Yo quiero vivir bien. Yo no quiero la jornada laboral de las sesenta horas. Yo quiero mis vacaciones pagadas. Yo no quiero asistir a mi retroceso social sin que exista un retroceso económico de los más ricos.
Yo no quiero perder mientras otros ganan. Yo quiero vivir de mis derechos, no de las promesas ajenas ni de la ambición propia. Yo quiero tener unas garantías de bienestar futuro, no una falsa confianza en mi potencial dentro de una sociedad injusta. Yo tengo mi vanidad, pero también mi lucidez. Prefiero no ser pobre que ser rico. Prefiero que mi gobierno meta mano a los mercados que confiar en mi futura condición de hombre hecho a sí mismo. Pertenezco a la clase media. Aún estoy más cercano a pobre que a rico. O así lo veo yo.
Otros no lo ven así. El ser humano es incorregible. El ser hispánico es suicida. Hay elecciones en España. En plena crisis económica. Gana las elecciones el PP. Promete la panacea. Promete la vuelta a la prosperidad. Es tan fácil encontrar la solución a los problemas de España. Los de derechas entendemos de economía. No hay más culpable de la crisis que la mala gestión del gobierno anterior. Los mercados son nuestros amigos. Les daremos confianza. Nos prestarán todo el dinero. Sin pedir nada a cambio. Claro. Es tan fácil de creer.
Discurso electoral para incautos. Los mercados son buenos. Los mercados no son responsables de la crisis. Al contrario. La esperanza nos viene de ellos. La gente vota al Partido Popular. La clase media quiere volver a jugar a ser rica. Mayoría absoluta. Los mercados aún son más amos. Han pasado las elecciones. La gente ha escogido. No escogerá hasta dentro de cuatro años. Hay mucho tiempo para reducir derechos. La mayoría absoluta lo permite. Los recortes se incrementan. Los españoles sorprendidos. Ya no serán ricos. Aún no se lo creen. Aún están perplejos. Aún están reflexionando sobre el sentido de su voto.
Los mercados. Los españoles no sólo no serán ricos, sino que verán su contrario. La clase media se agotará. Volverá la pobreza. Volverá la suciedad. Habíamos hecho una sociedad tan limpia. Volveremos a oler mal. Nos lo merecemos. Los mercados. Rebrotará la delincuencia. Hay que  comer todos los días, por las buenas o por las malas. Renacerá la inseguridad. Afectará a los ciudadanos. Afectará a la calidad de vida. Afectará al turismo. Nada importa. El bien común al servicio de unos pocos. Almunia asesorando a Guindos. Vota PP-PSOE.

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