Vota PP-PSOE

viernes, 15 de febrero de 2013

El trigésimo séptimo capítulo es el siguiente:


EL INFRAHOMBRE HISPÁNICO: LA POLÍTICA
Desinterés contemporáneo por la política. La juventud desactivada. Las universidades tranquilas. Queda ya lejos el espíritu de Mayo del 68. El comunismo ha desaparecido hace tiempo. El neoliberalismo ha triunfado. Ha llenado de bienes los hogares de las clases medias. Éstas están satisfechas. No se plantean cambios. Han perdido la costumbre de planteárselos. No lo creen necesario.
Cada vez la abstención aumenta más entre los votantes. La gente no confía en los políticos. Pero deja hacer. Respeta a la democracia. Lógico. Las personas corrientes pueden elegir a sus gobernantes. Nunca había pasado a lo largo de la historia que los dominados pudieran influir de modo tan importante en sus dominadores. Las personas corrientes aprecian este componente exclusivo del sistema democrático. La democracia es la culminación de la política. La política pierde interés.
La democracia trae la libertad política. Trae la libertad de elegir gobierno. Pero también trae una conciencia igualitaria. Una conciencia igualitaria que también adormece la conciencia política. Porque los ciudadanos creen en la posibilidad de ascender socialmente. Porque los ciudadanos ya no creen en jerarquías sociales. La democracia trae sueños de igualdad. Todos podemos soñar con ser ricos. Todos podemos soñar con ser los amos.
Es fácil soñar con ser rico cuando se vive bien. Las clases medias viven bien. Consideran que ya no hay ninguna causa noble por la que luchar. Que ya no hay ninguna revolución qué hacer. Que, por no haber, ya no hay ni que ir a votar. El sistema está ahí. A disposición de todos. Sólo tienes que ser lo suficientemente capaz para aprovecharte de sus ventajas. Hay libertad. Sólo tienes que preocuparte de ser el mejor. Y el mejor se enriquece. El mejor manda. La sociedad valora el talento. La sociedad no valora la política.
El individuo sólo preocupado de sí mismo. Confiando en su talento. Confiando en su suerte. Sin pensar que en la vida no sólo se puede ser rico, sino que también se puede ser pobre. Sin hacer una reflexión tan elemental. Sin reflexionar sobre el contexto en el que vive. Sin reflexionar en cómo ha llegado a vivir bien. Pensando que el bienestar es natural. Pensando que  en la vida sólo se puede mejorar. Pensando que él no va a ser el tonto que no tenga éxito. Pensando que él no va a ser menos que nadie. Pensando sólo en el ascenso social. Pensando como jefe.
El neoliberalismo reforzando la confianza en la democracia. El aluvión de bienes haciendo sentir a las clases medias ricas. Haciéndolas creer que están en el sistema perfecto. Un sistema que no tiene fallos. Un sistema que no necesita retoques porque la prosperidad llega a todo aquel que se lo propone. Un sistema en el que ha desaparecido la oposición de clases. Es fácil. Yo vivo bien. Yo pienso como rico. La clase media vive bien. La clase media piensa como rica. La clase media piensa como clase dominante. La clase media no piensa.
La clase media ha dejado de pensar. Ha dejado de pensar en que su situación de bienestar era producto de muchos años de lucha social. Ha dejado de pensar en que la democracia no ha venido del cielo. Ha dejado de pensar en que la riqueza se reparte porque por el camino hubo un largo rosario de revoluciones. Ha dejado de pensar en que no todo depende del individuo. Que éste es frágil. Que éste es débil. La clase media ha olvidado que la mayoría de las personas necesitan de una sociedad justa para vivir bien. Y este olvido lo puede pagar. Lo está pagando.
Es necesario volver a interesarse por la política. Volver a interesarse a una escala humana. No sintiéndose políticos. No sintiéndose tertulianos. No imaginándose como los jefes. No imaginándose arreglando el país. No pensando en las soluciones del país. No pensando a escala de grupo. Hay que pensar en nuestros problemas. En nuestros pequeños problemas. Hay que verse como ciudadanos. Como ciudadanos que sólo desean vivir bien. Como ciudadanos que deben desconfiar de las grandes teorías socioeconómicas. Como ciudadanos que deben desconfiar de los discursos políticos. Como ciudadanos que deben premiar o castigar con su voto a los políticos.
Pensar como ciudadano. Exigir al gobierno que la riqueza me llegue. Que no me hable de economía. Que no me hable de crecimiento a largo plazo. Que no me hable de futuras recuperaciones económicas. Que me explique por qué no se puede sostener el Estado del bienestar. Que me explique por qué no se puede sostener cuando somos muchos más ricos que cuando se creó. Que me explique por qué me engaña. Que por qué me cuenta que voy a ser rico cuando sus leyes me pueden convertir en pobre.
Pensar como ciudadano. Es tan difícil. La clase media acostumbrada a pensar en grande. Incapaz de renunciar a sus grandes ilusiones. Incapaz de renunciar al sueño de ser poderoso. Esperando que los recortes afecten a otros. Aplaudiendo el perjuicio de su vecino. Pensando en soluciones al país que dañan a su prójimo. Hablando de la necesidad de echar gente a la calle. Hablando con naturalidad de la gente que sobra. Hablando con mucho egoísmo de necesidades colectivas. De necesidades en que sobran todos menos uno mismo.
La clase media como aspirante a la riqueza. La clase media sin desear el reparto de la riqueza. De una riqueza que considera que en un futuro será suya. Sin pensar que ya tiene amos. Y amos muy celosos de lo suyo. Que no sólo no van a dar nada, sino que quieren apropiarse de una porción mayor de la tarta. Y lo están consiguiendo. Gracias a que el ciudadano no mira hacia arriba con espíritu crítico. Gracias a que el ciudadano no pone límites a los más ricos. Gracias a que para el ciudadano sólo no sobran los ricos.
Es cierto. No sobran los ricos. Pero hay que pedirles que sean humanos. Hay que exigirles que sean humanos. Con leyes. Con leyes que hacen los gobiernos. Gobiernos que pueden ser elegidos por el pueblo. Las clases medias tienen que volver a la política. Tienen que ir a votar. Concientes de la posibilidad de vivir peor. Conscientes de que no van a ser ricas. Conscientes de que no se deben engañar a sí mismas. Conscientes de que es muy fácil engañarlas. Conscientes de que hay castigar los engaños. Vota PP-PSOE. 

lunes, 11 de febrero de 2013

El siguiente capítulo es:


EL INFRAHOMBRE HISPÁNICO: LA PRODUCTIVIDAD
Verano de 2012. Se recrudece la crisis en España. Se recrudecen los incendios forestales. El país devastado. Arde España, pero no de indignación. Arde España de verdad. Miles de familias afectadas. Inmenso desastre ecológico. Inmensa tragedia humana. Época de recortes. Época de descuidos en gastos esenciales. La prevención olvidada. Sobra personal. El gobierno no puede sostener tantos gastos. No se puede gastar por encima de nuestras posibilidades. Los montes quedan olvidados. Los españoles también.
Sobra personal en la prevención de los incendios. Normal. Son trabajadores improductivos. Un país no puede sostener tanto gasto en trabajadores públicos. La empresa privada es más eficiente. La empresa privada crea riqueza. Hay que reducir el sector público hispano. Es una rémora para la economía del país. No es sostenible.
Criterios económicos por encima de criterios sociales. ¿Cómo se cuantifica el prevenir un incendio forestal? ¿Cómo se mide que el Estado restringa en medios para paliar los efectos del fuego? Cuando el daño llega es más fácil de medir. Es fácil cuantificar las pérdidas. ¿Compensa el ahorro  el daño causado por el fuego? Dudosa respuesta. Los afectados lo tienen claro. Ellos sufren el daño. Los contribuyentes también lo tienen claro. Ellos no sufren el daño. Ellos seguirán apoyando los recortes. Ellos seguirán apoyando la eficiencia del Estado.
Criterios económicos. Los empleados públicos perdiendo en la comparación con los trabajadores de la empresa privada. Gracias a ésta se sostienen los primeros. Los trabajadores públicos se aprovechan del trabajo de resto de españoles. Hay que acabar con esta situación. El país no puede seguir pagando a trabajadores improductivos. Lógica aplastante. La lógica de la rentabilidad. Pero, ¿son rentables todos los servicios sociales? ¿Es rentable la prevención de incendios? ¿Hay alguna empresa privada que se quiera encargar de esta rentabilidad?
Otras rentabilidades. La sanidad. ¿Es rentable la sanidad dirigida a los más pobres de la sociedad? Aquí también hay grandes ineficiencias. Aquí también sobran muchos trabajadores públicos. Aquí también el gobierno está metiendo tijera. A fondo. Racionalizando la Seguridad Social. Con resultados evidentes. Cada vez peor la atención sanitaria a los más débiles de la sociedad. No importa. Hay que ver el otro lado de la cuestión. La esperanza de vida se reducirá. Será un nuevo éxito del gobierno. Una nueva y necesaria normalización. Los españoles vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Vivíamos por encima de la edad que nos correspondía.
Los cambios en la sanidad. Antes, reforzar la sanidad era una necesidad social. Ahora, debilitarla es una necesidad social. Hacer más con menos. Ya lo decía hace años Carrascal. Persona humilde donde las haya. Los recortes en gasto sanitario. Cada vez mayores impuestos para menores servicios médicos. El medicamentazo. El copago. La población española envejecida. Cada vez mayor masa pasiva soportada por el contribuyente. Imposible de sostener. Imposible de sostener a tantos viejos. Los jubilados sí que son improductivos. Es bueno reducir la esperanza de vida.
Sigamos a vueltas con los recortes sanitarios. Pensemos en sus posibles efectos. En los posibles efectos sobre uno mismo. Yo soy de los que vivo bien. Yo soy de los que me puedo pagar mi sanidad privada. Pero muchos de mis vecinos no. Éstos pueden coger una enfermedad. Muchas enfermedades son contagiosas. Yo me puedo contagiar de ellas. Otro tipo de prevención que es improductiva. Sobran hospitales. Muchas comunidades están optando por suprimirlos. Para racionalizar la sanidad. Bonita palabra. Como la de productividad. Conceptos importados de la economía. Conceptos asumidos por el ciudadano. Conceptos perjudiciales para el ciudadano.
Otros recortes. Los educativos. Me los conozco bien. En mi instituto éramos cincuenta profesores. El año que viene diez de ellos no tendrán trabajo. Menos profesores con los mismos alumnos. No hay problemas. Aumentaremos nuestra productividad. Daremos las materias afines. Me explico. Soy profesor de historia. Tendré que dar lengua. O latín. Materias de las que sé poco o nada. Bien. Me esforzaré. Los alumnos no lo notarán. Les pondré buena nota. Quizá lo noten más en el futuro. Cuando la nota no importe tanto. Cuando importen más los conocimientos.
Los recortes educativos. El gobierno presumiendo de mantener la calidad de la educación. Sin asumir culpas. Como con los incendios. Los culpables son los que tiran una colilla encendida. Hay que endurecer las penas. Bien. Pero yo deseo que mi gobierno también tenga responsabilidades. Deseo que mi gobierno no siempre eche la culpa de sus faltas a otras personas. Que no mire a otro lado y quede impune. Que no me acuse a mí de lo que es culpa suya. Que es muy fácil gobernar así.  Que lo difícil es gobernar para el ciudadano.
Recortes y recortes. Yo voy a trabajar en coche. Vivo en una zona de montaña. Muchas nevadas. ¿Habrá restricciones en máquinas quitanieves? Supongo que sí. ¿Me afectará a mí solo? Supongo que no. La productividad por encima de la necesidad. Piénsese en el trabajador improductivo por excelencia. Aquel que sostiene la señal para parar el tráfico en una obra de carretera. ¿Es improductivo este trabajador? Sí. ¿Es necesario este trabajador? Sí. Evita accidentes. Evita desgracias. ¿Sería rentable suprimir este trabajador? Si. ¿Sería responsable suprimir este trabajador? Pregunta sin respuesta. El sueño de la razón crea monstruos.
La productividad. Los criterios económicos introducidos en el Estado del bienestar. También los gobiernos echaban cuentas hace años. Cuentas que salían. Había sanidad y educación públicas. Había prevención de incendios. Había otros servicios sociales. Se podían financiar. Ahora las cuentas no salen. ¿Saldrán cuando pase la crisis? No creo. El disco de la historia ha girado. Las clases medias han racionalizado al Estado. Han apoyado el fin del déficit público. Se han condenado a sí mismas. Son felices razonando. Serán infelices viviendo. Vota PP-PSOE.

domingo, 10 de febrero de 2013

El trigésimo quinto capítulo es:


EL INFRAHOMBRE HISPÁNICO: EL INGLÉS
Aprender inglés. El nuevo Deus ex machina de los españoles. La clave que les salvará sus vidas. La clave que acercará a España a estándares europeos. Cuando aprendamos inglés los españoles por fin seremos europeos. Cuando aprendan inglés los españoles por fin vivirán bien. Hasta entonces seremos un país atrasado. Hasta entonces los españoles vivirán mal.
El inglés. Unión del sentido de competencia contemporáneo con el clásico complejo de inferioridad hispánico. Tengo que ser el mejor. No puedo ser el mejor si no sé inglés. Si no sé inglés estoy condenado a ser un mediocre. Tengo que aprender inglés. Tengo que estar en el lado bueno de la sociedad. Tengo que estar en el lado de los que tienen éxito. Tengo que merecerme ser europeo.
El inglés. La panacea de los empresarios para rebajar los humos de los trabajadores. Cómo se puede pretender cobrar bien si no se sabe inglés. Vaya atrevimiento. No tiene la formación adecuada y se atreve a pedir más sueldo. Que aprenda inglés. Muchos otros ya lo están aprendiendo. Que se apliquen bien en su conocimiento. Que cuando lo aprendan ya encontraré otra excusa para ponerles en su sitio.
Soy una empresa. Tengo que competir. Cómo voy a hacerlo con trabajadores que no saben inglés. Aunque mi empresa trabaje en España. Aunque mis trabajadores no tengan que emplear esa lengua en sus cometidos. El inglés es necesario. Todas las aptitudes del mundo se reducen a nada si no se sabe inglés. Si no se sabe este idioma el resto de conocimientos no cuenta. El resto de habilidades no sirve. Un currículo es inservible si no hace referencia al conocimiento mágico. Al único conocimiento necesario: el inglés.
El inglés. El obstáculo más sutil para las reclamaciones laborales de las nuevas generaciones. Fácil cebo para vencer las resistencias del trabajador moderno. Quiere ser el más formado. Quiere ser el mejor pagado. Se avergüenza de no saber inglés. Él asume su culpa. De qué vale una formación universitaria si no se sabe inglés. De que vale una formación laboral si no se sabe inglés. De que vale alguien que sepa inglés si no sabe hacer otra cosa.
El inglés. La lengua más empleada del mundo. Un idioma muy útil. Un mundo globalizado. Sin duda, cada vez más es necesario comunicarse en inglés. Hasta aquí de acuerdo. Seguramente muchos de los negocios del mundo hay que hacerlos en inglés. Pero la mayoría de los españoles no somos hombres de negocios. Somos gente corriente. Gente corriente que no necesita el inglés para vivir. Gente corriente que no necesita el inglés para trabajar. Gente corriente que debe dejar a un lado sus complejos. Aquellos que sepan inglés que intenten rentabilizarlo. El resto que se resista a su degradación.
Soy español. En el día a día no uso el inglés. Como la mayoría de mis compatriotas. La mayoría de los españoles no usan el inglés habitualmente. La mayoría de los españoles no viven en un país de habla inglesa. La mayoría de los españoles tienen problemas laborales. El inglés parece la solución. Escasa lógica. De la que sé mucho. Soy profesor de historia. Ahora las clases de historia hay que darlas en inglés. A alumnos españoles. Para enseñar historia no hay que saber historia. Hay que saber inglés.
Hay que saber inglés porque nuestros jóvenes tienen que ser bilingües. Se pretende que sean bilingües dando las clases de historia en inglés. Eso sí. Al salir de clase hablan en español. Olvidan el inglés. No aprenden inglés. Tampoco aprenden historia. Porque es difícil comunicar conocimientos complejos en otra lengua. Porque el nivel de inglés hispano es insuficiente para recibir una buena clase de historia en esta lengua. Pero los políticos mandan. Interpretan el sentir de la sociedad. La sociedad demanda que los jóvenes españoles aprendan inglés. Para eso estamos en Europa. Para eso estamos globalizados. Para eso estamos globalizados a costa de nuestro bienestar.
El inglés. Los políticos interpretando a su modo la demanda social del inglés. Esperanza Aguirre en Madrid. Mantiene la calidad de la educación porque mantiene el bilingüismo. Recorta en todo lo demás. Recorta desdobles. Recorta profesores. Aumenta número de alumnos por clase. Todas estas medidas no perjudican la formación de nuestros jóvenes. Todas estas medidas no perjudican la igualdad de oportunidades. Nuestros jóvenes van a aprender inglés. Qué importa que no sepan de nada más. Que  importa que estudien matemáticas en clases masificadas. Que importa que estudien lengua en clases masificadas. Lo importante es que aprendan inglés. Por supuesto también en clases masificadas.
El inglés. La máxima expresión de nuestros complejos nacionales. Conocimiento útil convertido en conocimiento sagrado. Sé mucho del aprendizaje del inglés. Mis padres se preocuparon. Me pagaron muchos años de clases particulares. Llegué a tener cierto nivel de vocabulario y gramática. No me sirvió para nada. Nunca he hablado bien en inglés. No sé expresarme bien en inglés. Como la mayoría de los españoles. Que viven obsesionados por el inglés. Que no llegan a aprenderlo nunca bien. Porque no lo necesitan. Pero siguen considerándolo imprescindible. Morirán considerándolo imprescindible. Avergonzados de no saberlo. Votando a los políticos para que corrijan este defecto nacional. Como si no hubiera problemas más graves. Como si no hubiera problemas más importantes. Los políticos al servicio de la sociedad. Los políticos encantados con el inglés. Vota PP-PSOE.
Un nuevo capítulo es:


EL INFRAHOMBRE HISPÁNICO: MI GENERACIÓN
Voy a cumplir los cuarenta años. Soy de la generación mileurista. La primera que nació acomodada. Sus padres aún pasaron penalidades. Mi generación ya no. Sus padres, después de nacer, vivieron tiempos mejores. Mi generación, después de nacer, pensó que aún quedaban mejores tiempos por vivir. Se equivocaba. Quedó en tierra de nadie. Con una prosperidad heredada. Incapaz de crear su propia prosperidad.
Mi generación. La primera que desconoció la pobreza. La primera que no aprendió a protegerse de ella. Se creyó que por no ser pobres ya eran iguales a los de más arriba. Se creyó la igualdad de oportunidades. Creyó que con estudio y trabajo era posible trepar socialmente. No se percató de que la igualdad de oportunidades era un timo. Para estudiar sí. Para formarse sí. Para ver recompensado el esfuerzo no.
Soy licenciado. La mayoría de mis amigos son licenciados. Voy a hacer un breve repaso. No científico. Aproximadamente una cuarta parte de mis amigos no tienen trabajo. Otro porcentaje similar tienen malos trabajos que no tienen que ver con sus estudios. Otro porcentaje análogo tienen trabajos decentes que nada tienen que ver con sus estudios. Y el resto son clase media con el mismo nivel de satisfacción que sus padres.
El que no quiera ver el paso atrás social que no lo vea. Voy a explicar el caso del amigo más formado que tengo. Voy a llamarlo I., toda una eminencia. I. sacó la carrera de biología con altísimas calificaciones. Hizo el doctorado con altísimas calificaciones. Estuvo por diferentes laboratorios de distintas partes del mundo. Los primeros años trabajando para la universidad y los últimos buscándose la vida. Ahora está cerca de la cuarentena. Está al paro. Esperando un nuevo contrato temporal. En este caso de un laboratorio francés. La sociedad le dio la oportunidad de formarse. La oportunidad de aprovechar su talento. Él cumplió. La sociedad desperdicia su talento. La sociedad desprecia su esfuerzo. La sociedad no recompensa a I.
Mi generación. Incapaz de asumir su fracaso. Apoyándose en su familia. Estirando el crédito por no tener para pagar al contado. Imitándose sus miembros entre sí en la ostentación forzada. Compremos un coche caro. Compremos un piso. Confiemos en el banco. Pidamos el aval familiar. No revelemos que tengo un mal trabajo. No revelemos que, según pasan los años, en vez de mejorar empeoro. Finjamos éxito. Finjamos prosperidad.
La generación mileurista.  Llena de seres decepcionados. Seres que se engañan a sí mismos. Seres que fingen ser partícipes de una cultura de éxito. Seres insinceros consigo mismos. Incapaces de trasmitir sus enseñanzas. Incapaces de transmitir su fracaso a la siguiente generación. Para que los jóvenes no cometan los mismos errores. Para que no crean que se van a comer el mundo cuando no existen las condiciones sociales para ello. Para que no resulten tan engañados como fueron ellos.
Mi generación. Contribuyendo a perder los derechos que tantos años se tardaron en conseguir. Contribuyendo a perderlos porque estaban ciegos. Ciegos ante un retroceso social que era paulatino. Hasta ahora. Que llegó la crisis. Ahora el retroceso se acentúa a pasos acelerados. Pero los esquemas mentales no cambian. Mi generación sigue incapaz de reaccionar. Sigue creyéndose igual a los de más arriba. Sigue creyendo que el éxito es cuestión de tiempo. Aunque sus miembros rozan la cuarentena. Aunque sus miembros ya están en la cuesta abajo de la vida.
Mi generación. Pasan los años y no saca enseñanza de la experiencia de la vida. Aún se creen jóvenes para intentarlo. Aún se creen jóvenes para nuevas oportunidades. Pero las oportunidades se acaban. Las oportunidades no llegan. La vida tiene sus plazos. La vida pasa muy rápido. No se puede ser eternamente joven. No se puede jugar a ser Peter Pan cuando uno ya se ha hecho un paisano. No se puede ser eternamente iluso. Menos aún con una crisis encima. Es hora de reaccionar. Aunque ya no te salves tú. Aunque sea para salvar a los que vienen por detrás. Para que no se despisten en la defensa de sus derechos. Para que ellos aún puedan creer en un mundo mejor. Ellos aún tienen tiempo. Ellos sí son jóvenes.
La generación mileurista. La primera generación que no conoció la pobreza. La primera generación que empezó a pensar sin sentido práctico. La primera generación que ya no valoró la seguridad económica. La libertad lo era todo para ella. Porque la libertad pone a cada cual en su sitio. A los que valen los sitúa más alto y a los que no valen los sitúa menos alto. Por supuesto, todos creemos que valemos. Todos pensamos que la libertad es más necesaria que el comer. Todos queremos la libertad para que no nos corten las alas, para elegir trabajar en lo que me gusta, para que nadie me dirija hacia donde no quiero ir. La vida tiene múltiples oportunidades. Yo las sabré aprovechar. Yo lo valgo.
La sacrosanta libertad. Este año en mi trabajo. Los esquiroles enfadándose conmigo por reprocharles no hacer las huelgas. Respeta mi libertad me decían. Y tenían mucha razón. Pero no toda la razón. No hay que usar la libertad contra uno mismo. La libertad no es igual a la justicia. Porque en la sociedad hay miembros más fuertes que otros. Y que, si no tienen freno, ponen la libertad al servicio de reforzar su posición. Ponen la libertad al servicio de quien más tiene. Ponen la libertad al servicio de la propiedad. Y la justicia tiene otros componentes. Tiene que venir acompañada del derecho al trabajo. Tiene que venir acompañada de que los trabajos estén bien pagados. Tiene que venir acompañada de la dignidad del trabajador. Pero nadie se siente ya trabajador. Nadie piensa de modo colectivo.
Los mileuristas pensando como jefes. Soñando con el éxito. Las huelgas han fracasado. Muchos de mis compañeros han sido despedidos. Ahora van a disfrutar con libertad de estar en casa. Sin dinero. Sumándose a los muchos mileuristas a los que la crisis ha arrancado sus sueños. Esperando con ansiedad nuevas medidas contra los parados. Esperando porque no saben hacer otra cosa. Porque no saben luchar por sus derechos. Sólo buscan el éxito. El éxito es individual. El fracaso también. Vota PP-PSOE.