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viernes, 4 de enero de 2013

El séptimo capítulo es el siguiente:


EL INFRAHOMBRE HISPÁNICO: LOS FUNCIONARIOS
Año 2012. Cuarto año de crisis. Existe en Hispania una categoría social especialmente vilipendiada por la sociedad. Tiene un nombre. Son los funcionarios. Se han convertido en el problema económico por excelencia. España no se recupera por culpa del exceso de servidores públicos. España es un país de pícaros. El funcionario es el pícaro máximo. Los españoles no pueden sostener a tantos vividores. El gobierno debe tomar medidas. El gobierno las está tomando.
El gobierno acosando a los funcionarios. Los funcionarios sin entender nada. Se habían olvidado lo vulnerables que son. Se creían parte del Estado. Se creían parte del poder. Pero el poder son otros. Y estos otros no quieren que se les culpabilice. Hay que encontrar otros culpables. Para eso están los funcionarios. Tienen seguridad económica en época de inseguridades. Es bastante para ser envidiados. Es bastante para ser culpabilizados.
Fácil culpabilización de los funcionarios. Masa amorfa que no sabe defenderse. Masa amorfa sobre la que ya hay muchos prejuicios hechos. La mitad del trabajo ya está hecho. La otra mitad es fácil hacerla. No va a haber oposición. Los funcionarios aceptarán su sino. Aceptarán con facilidad su condena social. Porque no se la acaban de creer. Porque creen que por sus estudios son respetados. Porque creen que la seguridad económica les da un rango social superior. Son unos infelices. Se sienten élite. No saben comprender lo que se les viene encima.
Soy funcionario. Estudié años para serlo. Competí por un puesto fijo. Lo conseguí. Al principio sólo quería un bienestar. Sólo quería una seguridad económica. Sólo quería no ser pobre en una sociedad rica. Con la seguridad económica olvidé mi condición social. Me empecé a creer más de lo que soy. Me dormí en los laureles. De verdad me creí que soy un privilegiado. Olvidé la diferencia con los privilegiados de verdad.
Soy funcionario. Me siento un privilegiado. Tengo nómina fija. Mi banco me ofrece créditos. ¡Qué suerte! El mismo banco que aboga por reducir el déficit público. El mismo banco que aboga por bajarme el salario. Protegiendo su inversión en deuda pública. Ésta es mejor negocio que yo. Es mejor negocio que los funcionarios. Los privilegiados de verdad traicionando a los aparentes privilegiados.
Funcionarios. Pobrecitos. Se creen élite. Yo no soy un trabajador normal. Yo no necesito hacer huelgas. Yo me he asegurado un futuro. Soy de los de arriba. Soy del grupo bueno. Defiendo el orden social. Pues no. Los recortes llegan a mansalva. Llegan también las lamentaciones. Se quedan en eso. Infierno de cobardes. Los fijos ven rebajado el sueldo. Los interinos van a la calle.
Los funcionarios. Compitieron por un puesto. Se creyeron seguros. Olvidaron la lucha social. Olvidaron su condición de trabajador. Unieron al individualismo social el individualismo del opositor. Son muchos. No son nada. Porque no saben estar unidos. No saben de su fuerza. No la utilizan.
Funcionarios. Jugando a presumir de un estatus que no tienen. Trabajadores públicos llevando a sus hijos a colegios privados. ¡Qué triste! Imitación del poderoso. Imitación del mismo poderoso que te desprecia. Que se ríe de tus torpes intentos de ser como él. Que se aprovecha de que vivas de lo público y reniegues de ello. Que te recorta porque el primero que te recortas eres tú mismo.
Resentimiento social hacia el empleado público. Los funcionarios se lo tienen merecido. Pero no por sus privilegios, sino por ser tan tontos. No tanto por su supuesta o no supuesta picaresca, como por su desunión. Hasta tiran piedras contra su propio tejado. Algunos se creen ejemplares. Creen que el problema del funcionariado es que no todos son tan buenos profesionales como ellos. Hablan mal de los compañeros. Dan lecciones de eficiencia. Luego son los más aprovechados. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
Resentimiento social. Extendido a toda la sociedad. Extraño virus de virulencia extrema. Los españoles jugando a nazis con los funcionarios. Manifestaciones de odio sorprendentes. Un ejemplo. Tengo muchos amigos del sector privado con familiares que trabajan de funcionarios. Casi sin excepción aprueban las bajadas de sueldo a sus familiares. Porque ya era hora de acabar con el despilfarro público. Rara forma de defender a su familia. Eso sí, sus familiares son la excepción que confirma la regla. Sus familiares son trabajadores competentes. Pobres inocentes. ¡Qué pena da que paguen justos por pecadores! A los justos siempre los conocemos. A los pecadores siempre los desconocemos.
Los funcionarios como otro exponente más de la gilipollez social. Buscando la salvación individual cuando la sociedad ya te ha condenado. Creyendo que la sociedad va a percibir el mérito individual dentro del demérito colectivo. Entremedias no defiendo mis derechos. Dejo que me los quiten. Porque tengo que asumir los valores de la sociedad. Aunque estos valores sean prejuicios en mi contra. Prejuicios de los que no me entero. De los que no me quiero enterar. Porque yo sí soy cumplidor. Conmigo los recortes sí son injustos. Con los demás seguro que no. Si yo te contara lo aplicado que soy. No tengo nada que reprocharme. Hasta he votado al PP para que arregle las cosas. Vota PP-PSOE.

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