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viernes, 1 de marzo de 2013

El capítulo cuarenta dice así:


EL INFRAHOMBRE HISPÁNICO. LA CONFIANZA
España entró en el siglo XXI con confianza. La economía iba bien. España crecía. Los españoles se sentían optimistas. Se sentían confiados en el futuro. España se estaba convirtiendo en una potencia mundial. En una de las locomotoras económicas europeas. Por fin los españoles sabíamos ser eficaces. Por fin España iba a ser un país rico. No más emigración. La inmigración como fenómeno nuevo. Como demostración del esplendor económico hispano.
Llegó la crisis. Cambiaron las tornas. Se acabó el boom de la economía. Llegaron los problemas de los españoles. Empezaron a tener apuros económicos. Cada vez más serios. A nadie le gusta vivir mal. Menos cuando otros siguen viviendo bien. Surgieron eslóganes que echaban la culpa al capitalismo. Surgieron propuestas de reforma del capitalismo. Éste era justo cuando dejaba a los españoles jugar a ser ricos. Pasaba a ser injusto cuando sólo los ricos seguían viviendo como lo que son.
El descontento se extendió. Nadie protestó. Extraño. Nadie podía protestar porque eran romper la ilusión de volver a ricos. Los españoles habían perdido ya el sentido práctico. Preferían las explicaciones del gobierno. Preferían las explicaciones neoliberales. Preferían atraer inversiones a conservar derechos. Preferir la lógica del capitalismo a la lógica social. Yo vivo mal. Da lo mismo. No es justicia lo que quiero, es riqueza. Me callo por tanto. El gobierno liberalizará el mercado. Atraerá dinero. De nuevo jugaré a ser rico. Nada de nada.
Las explicaciones del gobierno. Las medidas del gobierno. Generar confianza a los inversores. A costa de los derechos de los españoles. Como si fuera la panacea. Como si fuera posible contentar a la codicia humana. El ser humano es insaciable. No se puede vivir sólo del favor de los ricos. Hay que saber poner también límites. Y obligaciones sociales. Nadie da nada porque sí. El ser humano sólo es generoso si se le obliga. Lógica. Yo no pago impuestos porque sí. Nadie da ejemplo. Nadie es el tonto.
Las medidas del gobierno para salir de la crisis. La recuperación de la confianza en España. Las leyes liberalizadoras. La vuelta a la sumisión antigua. Contentar al rico. Contentar al amo. La vuelta al pasado. La vuelta a la desigualdad. Los paraísos fiscales. Los privilegios fiscales. ¿Para qué la revolución francesa? ¿Para qué el resto de revoluciones de la edad contemporánea? La historia es circular. Quien manda, manda. Quien es mandado, es mandado. Siempre se le engaña. Ahora con el argot económico.
Los españoles sufriendo la crisis. Debemos estar unidos. Confiemos en el gobierno. Confiemos en el progreso de las sociedades. Los ajustes son necesarios. Son coyunturales. Tengamos paciencia. Seamos sensatos. No hay que hacer huelgas. Daña la imagen del país. ¿Quién va a invertir en Hispania? Ya no hacen falta leyes represoras. Ya no hace falta la paz social del franquismo. En democracia nos reprimimos nosotros solos. Tenemos la paz democrática del miedo. Del miedo a ser malos ciudadanos. Del miedo a no contribuir a la armonía democrática. Del miedo a no contribuir a la recuperación económica.
Generar confianza en España. Por cultivar la libertad económica destruimos la libertad política. Nos ponemos las cadenas nosotros mismos. Como con Fernando VII. El pueblo español no cambia. Le gusta ser mandado aunque cambien las razones. Y los poderosos siempre encuentran razones para mandar. Siempre encuentran justificación para todo. Para lo justo y para lo injusto. Más bien para lo segundo.
Generar confianza en España. Las razones económicas imponiéndose a cualquier otro punto de vista. Una mentira dicha mil veces pasa a ser verdad. Y los argumentos económicos se repiten mucho en democracia. En los periódicos, en las televisiones, en las radios. Hay una saturación en los medios informativos de noticias económicas. Siempre del mismo palo. Primero creando alarma. Después proponiendo nuevos ajustes. Porque son necesarios. Porque de nuevo el español se tiene que sacrificar por su país. Como en el pasado. Es cuestión de patriotismo. Antes había que ir a la guerra. Ahora hay que ir al paro.
 La crisis. Las soluciones a la crisis. La confianza. La mentalidad de nuevos ricos bien instalada en la mente de la sociedad hispana. Los españoles aceptando los ajustes porque creen en una solidaridad natural entre iguales. Pero no son iguales. Hay clases sociales. Y ellos son clase media. No son clase alta. Son clase media que acepta medidas que comportan sacrificios como si aún fuera clase baja. Son clase media que ha perdido el orgullo porque se cree clase alta. Son clase media que no sólo va a perder el orgullo.
La confianza. Los españoles creyendo que ellos no deben protestar. Los españoles volviendo a una actitud resignada. Como los pobres pero sin ser pobres. Los españoles creyéndose ricos. Siendo así más fáciles de engañar. Y el engaño ya dura mucho. Ya empieza a ser peligroso para el bienestar de muchos. Para el bienestar de casi todos. Pero las mentalidades cambian lentamente. Muy lentamente. Vota PP-PSOE.

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